Diario de León

Editorial

Editorial | La transición no puede dejar agujeros

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El abandono de la economía del carbón deja cicatrices palpables en las comarcas mineras que no suelen centrar la atención en las negociaciones y grandes declaraciones, pero que suponen un lastre y un peligro para las zonas en las que no acaban de cerrar. Los pozos, socavones, chimeneas, hundimientos y demás trampas que las explotaciones subterráneas han sembrado a lo largo de décadas en los territorios mineros son una herida sin cerrar que han dejado en herencia las empresas mineras y las administraciones que han regulado el fin de la actividad. Una herida que supone un peligro creciente: el suelo de las cuencas no sólo está horadado sino que se hunde, y reparte peligrosas trampas en el territorio. La solución a este abandono camina con excesiva lentitud. Esperemos que no haya que lamentar daños irreparables para ponerse manos a la obra.

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