Se avivan las diferencias
Durante esta misma semana, concretamente miércoles, jueves y viernes, tendrán lugar en León los exámenes de la Ebau, la antigua Selectividad, que, superados, darán acceso a los estudios universitarios a los estudiantes que han finalizado Segundo de Bachillerato. Bueno, es una forma de hablar teórica. Por eso son necesarias algunas reflexiones, o anotaciones, en este sentido.
La nueva ley de Educación, sin entrar en pormenores, permite acudir a ese examen de selectividad con algunas asignaturas suspensas. Nueve comunidades autónomas han recogido el testigo y aceptan tal permisividad. En el resto es obligatorio aprobar todo. Imagínense, como consecuencia, la cantidad de paradojas y circunstancias chocantes que se pueden producir, y se producen de hecho. ¿La presencia de suspensos no aviva las diferencias existentes en el conjunto del país sobre estos exámenes? ¿Se producen las mismas circunstancias objetivas para todos los estudiantes o, una vez más, cambian las cosas según la comunidad en que se viva? Téngase en cuenta que, a pesar del distinto nivel de exigencia, la nota abre la puerta a cualquier universidad de España. Según un estudio de la Unión Sindical de Inspectores de Educación (USIE), tal comportamiento «ahonda en la fractura ya de por sí existente en el sistema educativo».
A esta evidencia de desigualdad se suman otras desigualdades, por más que se obstinen en maquillarlas. El Ministerio no solo no ha hecho nada por homologar la prueba, sino que la ha empeorado. Los contenidos mínimos se han convertido en orientativos y diferentes, de tal manera que la casuística sobre los mismos podría resultar rocambolesca. Al quedar los modelos de exámenes en manos de las comunidades autónomas se ha abierto una nueva brecha entre ellas, y algunas han denunciado que esta selectividad, sin duda la más desigual de la historia, «no es igual de exigente en todas las comunidades y eso es un agravio comparativo para los estudiantes».
Los agravios crecen en todos los ámbitos. Eso es lo que tiene la irresponsabilidad política, la incapacidad de establecer una única vara de medir. Ojalá a los estudiantes les vaya bien. No merecen tantos atropellos.
Están creciendo en un país de tantas velocidades, que los responsables empiezan a perder el control. Es una de las más tristes noticias del amparo que todo ciudadano ha de tener viviendo en el mismo territorio. El ciudadano es lo que menos importa. A los hechos.