Qué poco rato dura la vida eterna
Fue la cuenta atrás más larga y extraña de la historia. Diez segundos que sonaron eternos pese a que el objetivo estaba en el bolsillo hacía ya rato. Pero esto es León y las alegrías siempre se encuentran a un segundo de volverse una losa. Que se lo digan a la Cultural. Aquel Palacio lleno hasta la bandera se frotaba los ojos entre incrédulo y emocionado. Sí, el Ademar a punto estaba de levantar la primera y hasta la fecha única Liga Asobal de su historia. Nadie de los allí presentes habíamos gustado nada igual... No al menos vestidos con los colores de un equipo de nuestra ciudad.
Y tras el bocinazo final; una explosión de felicidad tan solo comparable al efímero sueño del ascenso a Segunda. Una pista literalmente invadida, una ciudad que olvidó sus miserias y complejos por un rato y un equipo legendario subido al techo de un Alsa destino a ninguna parte. Quizá los más ingenuos pensaron que aquello volvería a repetirse pronto, que no merecía tanto alboroto, que exagerar el momento era digno de ciudades obreras y no burguesas. Qué equivocados estaban, qué imprudencia no disfrutar cada regalo al máximo y, como cantaría Sabina, qué poco rato dura la vida eterna. Felicidades Ademar. 20 años son un suspiro que nunca acaba.