El puente

Aquí vienen todos a poner retales. Que sobra un euro, para León, que sobran dos, pues venga, y tres, eso ya se lo piensan, que como dijo el ministro Ábalos hay mucha falta de todo en toda España, no sólo en León. Lo que pasa es que aquí los problemas los crean ellos, vosotros, que no hay más que ver el vodevil del puente, que ya lo decían entonces los que no tenían nada que perder (el pesebre y eso), hace tantos años que parece que hablamos de otro siglo, aunque es por centurias como se van resolviendo los temas de León. Lo avisaron unos y los otros mientras unos y otros ocupaban y desocupaban el poder, que todo es cuestión de tiempos en política, y lo que hoy es necesario, mañana parece accesorio, simple monclovira mediante, que lo mismo pasó con Zapatero que con Rajoy, que ya vino entonces la ministra Ana Pastor a decir lo que ya advertían los de Fomento aquí, que «el tren pasará por donde ha pasado toda la vida». Y así, todo esto ha sido  nadar para acabar muerto en la orilla y ahora, ese puente que parecía el acueducto de Segovia, imposible de derribar, hoy está más cerca de desaparecer bajo la estulticia de tantos interinos del poder, que las personas pasan y las obras permanecen, y esta se quedará en el recuerdo de todos los leoneses como la obra de chulería cabezona del Adif. Y es que hay dos empresas públicas que están empeñadas en triturar a los leoneses. Una es el Adif, la otra, la CHD. Juntas son invencibles y, si no, fíjense en lo que han logrado en Pajares. Ni los egipcios consiguieron trasvasar ese volumen de agua mientras el dinero público volaba allende...

Ahora tendrán que tirar el puente —desengáñense porque el agua de la cordillera se quedará para siempre en Asturias— y desgarrar el nexo de unión entre dos ayuntamientos que deberían ser uno solo. No sé qué obra de teatro podría montarse para que tantos ingenieros comiencen a actuar con sentido común en esta provincia. Supongo que podría ser Esperando a Godot, aunque a lo peor es mejor que nunca termine de aparecer.