Que el parte no nos dé el verano
Ayer 1 de julio comenzó la campaña de alto riesgo de incendios forestales. A partir de este momento, todas las redacciones estaremos pendientes de la información que puntualmente nos envía la Consejería de Fomento y Medio Ambiente, dos veces al día para ser más exactos, en la que se nos informa del balance de incendios de la jornada en toda la comunidad.
Es como el sorteo de las siete de la tarde. ¿Dónde habrá caído hoy la cerilla? Y es que por desgracia, es así. La mano del hombre sigue detrás del 95% de los incendios que se producen en España. Son personas que chiscan los montes de manera intencionada, arrastrados por esa falsa cultura del fuego de que las llamas limpian nuestros montes de maleza, o empujados por una enfermedad mental, mucho más frecuente de los que creemos, que se llama piromanía.
Luego están los siniestros no intencionados, los provocados por maquinaria agrícola, o por quads, o por esa barbacoa mal apagada.
En definitiva, que los incendios rara vez se producen solos, por lo que es una guerra contra nosotros mismos. En el caso de los pueblos contra muchas conductas equivocadas, contra muchas calladas por respuesta a la hora de no delatar al vecino que limpia de maleza sus fincas mechero en mano, y que por una mala racha de viento, se le va el tema de las manos y asola hectáreas y hectáreas de naturaleza que tardarán décadas en recuperarse, por no hablar del coste humano que exponemos en cada incendio forestal, y del gasto económico que implica su extinción.
León siempre sale mal parada en todos los balances de incendios, pero lo cierto es que llevamos tres años en los que se está registrando una leve mejoría en los datos anuales. El año pasado se calcinaron cerca de mil hectáreas en la provincia, el mejor dato en décadas. El confinamiento, la climatología, los avances en las labores de extinción de incendios, pueden estar detrás de este descenso. Quiero pensar también que la concienciación que se realiza desde los medios de comunicación por parte de las administraciones públicas y de las organizaciones ecologistas está calando en la sociedad. Pero no hay que bajar la guardia. Que el parte de incendios no prenda las redacciones.