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H ay un país que colmaría todas la espectativas y sueños gubernativos del amigo más fachorro y celtibérico que todos tenemos en el curro, en el bar o en la familia. Y sin duda te lo comprará porque es un país ideal sin mayor tensión política y gobernado por un partido único, lo que le brinda un estimable ahorro de gasto electoral innecesario con el que Occidente juega a cambiar de collar, pero no de perro. Su idea de bloque nacional, de país ferreamente unido y patria prometida, les funciona a las mil maravillas como un martillo pilón sin que le asome una sola nacionalidad o etnia insinuando diferencias y, menos aún, ganas de autodeterminación; ni siquiera en sus territorios anexionados se murmura ni por el forro la secesión. Por lo mismo, solo hay un sindicato funcionando desde la verticalidad que nos fue tan familiar aquí con funcionarios del aparato y un jódete a cada hora. Su semana laboral puede durar un mes, es un decir, y su disciplina productiva le hizo pasar de un país al que mandábamos misioneros a la potencia que ahora puede darnos sopas por el culo cada vez que nos compra deuda pública. Es un país con las religiones más antiguas del planeta y, sin embargo, la ideología gobernante se declara atea, pero a sus rezos va el que quiere si no lo vocea o presume (o sea, no hay procesiones en sus semanas santas). Su control informativo absoluto le evita guerras periodísticas, grupos de presión mediática, telebasura rosa, intoxicación o propaganda (que no sea la suya) y perniciosas redes que inundan todo de fakes y niñakes. En fin, un país que confina al moro musulmán (uigures) y con una sola voz de mando que todos acatan en su puesto o destino. Así crece a lo bruto esa nación que en solo dos décadas se convirtió en potencia indiscutible... y temible.

Te la compro, te la compro, te dirá alborozado el amigo fachita. Y ya vendida, dile «santa rita rita rita» porque igual te la tira a la cara al decirle que lo que ha comprado es China con su partido único comunista que cumple el siglo y promete otros más gracias a su camisa bordada en rojo-facha ayer.