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M urió Tico Medina como se apaga un lucero fulgiendo hasta el final. O como si volviera él a su Luna, la de los únicos versos que confesaba haber escrito en su vida, allá en la huerta de su abuela,  en mi pueblo, donde tan cerca se ven las estrellas ; tenía 7 años:  Soñando siempre en ser lápiz, el ciprés solo y abuelo, con la raíz honda honda y un murciélago en la fronda, quiere pintar en el cielo halo de luna redonda, la luna como un pañuelo ... le gustaba contar esta precocidad lorquiana porque, como granadino, mamó a Lorca en canción paisana ya de párvulo, allí no quedaba otra... e imitar al Federico de  La luna vino a la fragua con su polisón de nardos, el niño la mira mira, el niño la está mirando.

Se fue Escolástico, cara de abuelo adorable, rasgos de sambernardo pachón y prior, verseador de prosas en instantáneas periodísticas, amable si le pedía ironía el trance y maestro en tantas cosas del decir y de saber mirar con agudeza piadosa o sutil retranqueo andalú si hay que suavizar orografías. Así sentíamos a Tico. Y así lo sintió también Raúl Rodríguez cuando, siendo alcalde Barrios de Luna, inventó la  Fiesta del Pastor  decidiendo que el primer  Pastor Mayor de los Montes de Luna  fuera Tico Medina, que aquí palpó el orgullo de sentirse querido en sus Españas lejanas y, por ello, agradecido, diría que eternamente, pues 50 años después, en 2019, publicaba en su blog del  Hola  un artículo sobre el 50 aniversario de la llegada del hombre a la Luna bajo el título « Hoy soy Lunático Medina »... y ahí le vino al instante la memoria pastora de este Luna nuestro y «a quella noche inolvidable, en Barrios de Luna, en León, cerca de la Virgen del Camino, cuando me hicieron Pastor Mayor porque defendí a los cuidadores de ovejas frente al lobo depredador, pobre lobo, especialista en lunas, aunque para cumplir su cometido prefiera las noches sin luna ». Y a todos los que después nos honraron con este título nos encanta haber sido sus reteloneros haciendo hilera. Cuando llegué al diario  Pueblo  él ya no estaba, pero aprendí mucho en los rastros que dejó.