Falta de sutileza
Alberto Garzón la ha liado parda al recomendar, sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, que comamos menos carne para cuidar nuestra salud y contribuir a los equilibrios ecológicos saludables. El ministro de Agricultura, Luis Planas, encargado del ramo también tras la remodelación del Gobierno, saltó como un resorte a descalificar a su medio compañero de filas (medio, porque como se sabe pertenecen a partidos distintos), los ganaderos se abalanzaron figuradamente sobre la yugular de Garzón, la opinión pública le ha mirado con gesto entre reprobatorio e incrédulo y el presidente del Gobierno le ha dado una severa colleja verbal al decirle que a él le gustan los chuletones de buey al punto más que cualquier otro manjar. A Garzón, que seguramente ha salido por los cerros de Ubeda deseando llenar algunos de los grandes huecos de la lista de sus competencias, le han faltado sutileza y sentido de oportunidad. Es decir, que ha metido la pata hasta el corvejón. Aunque su consejo sea razonable y de hecho los europeos vayamos a tener que deliberar sobre ello en las próximas décadas.