Diario de León

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La izquierda actual quiere ganar la Guerra Civil que sus predecesores perdieron hace ochenta años. La izquierda de hogaño —gentes que hablan de oído respecto de lo que fue el golpe de Estado del 36 y la guerra civil— quiere revocar a la izquierda de antaño.

Revocar a personas como Santiago Carrillo, Dolores Ibárruri Pasionaria , Ramón Rubial, Nicolás Redondo o Marcelino Camacho, que sí vivieron aquella tragedia pero que, al igual que buena parte de los supervivientes del bando franquista, apostaron por la reconciliación que cristalizó en uno de los símbolos de la Transición: la Ley de Amnistía de 1977.

El proyecto de ley etiquetado como de Memoria Democrática pretende reescribir la Historia de España. Para sus redactores —la defenestrada ex vicepresidenta Carmen Calvo y su heredero ,el ascendido a ministro Félix Bolaños—, tras el golpe de Estado que abrió las puertas de la guerra, sólo uno de los bandos tuvo comportamientos criminales. Del otro, en el que también se cometieron no pocos desmanes antes y durante la guerra, nada se dice.

Estamos, pues, ante una memoria, por decirlo así, hemipléjica. Deliberadamente elusiva respecto de todo aquello que conformaría un relato nada idílico del comportamiento de los partidos de la izquierda durante los primeros años de la República y en la retaguardia, durante la guerra. En ambas retaguardias se cometieron atrocidades —valgan los ejemplos de la masacre de Badajoz o las matanzas de Paracuellos— pero volver únicamente sobre lo acaecido en los territorios bajo la autoridad de los sublevados omite los desmanes de la otra parte.

Lo que nos lleva a pensar que el proyecto no nace, según proclama, con voluntad de contribuir a la reconciliación sino todo lo contrario, para alimentar la crispación que apareja la dinámica de confrontación que conduce a las dos Españas, endosando a la derecha actual sin distinción de siglas la condición de herederos del franquismo. Etiqueta políticamente infamante que subliminalmente persigue la asimilación del PP con Vox.

La Historia es tarea de los historiadores, no un territorio para políticos manipuladores.

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