Poliamor
Ahora que tiene que jugar fuera de casa el partido de vuelta, con el campo embarrado, la grada en contra y la obligación de remontar para pasar ronda, el PP apela a la estrategia del leonesismo. No uno cualquiera. El nuevo equipo de Vélez acuña el nacimiento del leonesismo útil, para todos los públicos, como esas ginebras para quienes no les gustan los destilados pero quieren agitar los hielos en la foto del Instagram. El plan busca aplicarle apósitos a la herida para hallar un significado menos incómodo, «no rupturista», como apostillan, en una oda de nuevos principios en la que la formación se proclama ecologista, feminista, liberalista, humanista, leonesista y, si hace falta, hasta leísta, pero «dentro de una Castilla y León fuerte». A esto los modernos lo llaman poliamor. La enmienda la firma este PP que se ha saltado una generación porque la encontró envejecida de manera prematura por su autocomplacencia de guerrilleros anticarrasquistas de fogueo. El peldaño lo han escalado los meritorios a los que Carrasco puso en nómina en Diputación para educarlos como se hacía en Esparta, pero que terminaron por denunciar la dilapidación de la herencia de Cantora. En este escenario, el alistamiento en el leonesismo revela la fallida construcción autonómica, en la que hace casi cuatro décadas los grandes partidos declinaron su responsabilidad de defensa del territorio para convertirse en sucursales de Valladolid. Ahora, buscan recolocar el foco para evitar que les deslumbre. El PP no había necesitado antes el leonesismo. Pese a estañarse en la tradición de AP, que firmó el recurso de inconstitucionalidad de la inclusión de León, domesticaron pronto los impulsos amorrados a la teta de la Junta. Pagaron la cláusula de Morano, que había patentado el concepto, y la franquicia de Rodríguez de Francisco se ajustó a sus necesidades para gobernar cuando hacía falta. Pero la externalización se estropeó con la estrategia de Francisco Fernández de rescatar la pancarta de «somos socialistas pero antes leonesistas» que habían quemado para vivir del momio; la misma que ondea ahora Diez como verso suelto de ese PSOE para el que Miguel Martínez inventó el trampantojo de «redefinir el papel de León dentro de la comunidad». La nueva etiqueta la añade Vélez como un hastag de redes sociales con el que ganar seguidores: un leonesismo útil, de Hacendado y para abstemios. Suelo recelar. Uno empieza por beber sin alcohol y acaba por votar a Ciudadanos.