Diario de León

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Hay mentecatos con y sin sombrero. El presidente de Perú, al que votaron hasta los muertos, se puso uno chotano para terminar de dejar claro que era lo que todos nos esperábamos. No creo que a nadie le quedara ninguna duda, tampoco a Monedero, que se presentó para vender un nuevo tomo de la moneda única bolivariana.

Siento disentir, pero el rey debía estar allí. Al fin y al cabo, no hace demasiado aquella era su metrópoli, esa de la que Pedro Castillo presumió durante todo su discurso de investidura como el nuevo galán de los narcocorridos. Ya saben que ofende el que puede y, aunque este pobre no haga más que leer el guión de un indigenismo cursi y mentiroso, hay ciertos detalles en su interpretación que recuerdan demasiado al nacimiento del fascismo en Italia. Ya saben aquello de que cien años después pasaría lo mismo que con los güelfos y los gibelinos, que nadie sabría la diferencia entre el fascismo y el comunismo. Este señor demostró ayer que con ellos es exactamente igual. Habló de las rondas campesinas — ¿se acuerdan de los combatientes mussolinianos?— como la nueva unidad de la fuerza: «Debemos expandir el sistema de las rondas en Perú, que no es otra cosa que la población organizada. Nos comprometemos a formarlas donde no existen y a incluirlas al (sic) sistema de seguridad ciudadana». ¿Más claro? Esta reivindicación de los orígenes no difiere de los principios que dieron lugar al fascio y, cien años después, es complicado distinguir la perversión ideológica de un D’Annunzio de la de cualquiera de los eslabones de este grupo de chamanes que lideran el comunismo indigenista.

Lo peor de toda esta maraña de iluminados no es que tengan el mal gusto de insultar al rey —en realidad fueron sus ancianos los que hicieron de traductores (felipillos ¿no?) para que los españoles pusieran fin a las macabras prácticas de los grandísimos demócratas que dirigían el imperio inca— sino su retufada manera de hacerlo. Va a dar grandes noches de ronda este señor del chotano, pero los que van a sufrirle son los peruanos.

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