EDITORIAL | Tres bondades asociadas al plan para recuperar la arquitectura tradicional

Un programa del Instituto Leonés de Cultura permitirá actuar sobre veintidós edificios de arquitectura tradicional, financiando la Diputación el 80% del importe del desarrollo de los proyectos de restauración hasta un máximo de 10.000 euros. Molinos, hórreos, palomares, pajares, chozos, pallozas, una ermita e incluso una fábrica de luz son propuestas seleccionadas entre las ochenta presentadas por ayuntamientos, juntas vecinales e incluso particulares.

De las bondades que destila el plan —que es complementario de otro que la institución provincial acaba de poner en marcha para la consolidación de elementos del patrimonio artístico e histórico y precede a otro para la restauración de edificios propiedad municipal, local o incluso vecinal— es destacable en primer lugar que supone un acto de justicia escuchar la voz de los pueblos y atender sus demandas, porque nadie como los propios vecinos conoce el estado de las cosas y las necesidades más apremiantes. En segundo lugar, por la evidencia del éxito de la propuesta al hacer partícipes a las pedanías, entre las que suscita un gran interés a la vista del incremento de la demanda. Y, por último, que a partir de la morfología de los elemento o el testimonio de los mayores permite recuperar artes y oficios tradicionales guardados en la memoria.

Respetar, recuperar y poner en valor ese patrimonio tradicional y el legado cultural asociado que conviven con la enorme riqueza monumental y natural de la provincia, cuyo aprovechamiento en muchos casos estaba negado a quienes viven a la orilla, no sólo genera riqueza, sino que sobre todo es motivo de orgullo y precisa definición de la identidad de quienes habitamos este territorio.