Ellos y la chica
Cuando de niño quería ver la película de la noche en la tele mi madre alegaba socarrona: «Si te las duermes a la mitad… tú, mejor, al cine de las sábanas blancas». O sea, a la cama. Hace ya muchos años que solo quedan cenizas de aquel que fui, pero me sigue gustando ver buenas películas. Clint Eastwood regresa en septiembre a la pantalla grande. No es frecuente seguir activo con 91 años, aunque aún más admirable es su anhelo por volver a contarnos algo acerca de la naturaleza humana, para disfrute de quienes admiramos su filmografía. A esa edad, una arruga más convierte en nueva una vieja historia. La película, que dirige e interpreta, tiene título llamativo: ‘Cry macho’ (Llora macho). ¿Veremos las lágrimas del imperturbable hombre del poncho? ¿Veremos las del duro Harry? Lleva ya décadas mostrándonoslas, con personajes que han pagado con soledad sus ‘ pecados’ del pasado, especialmente aquellos que hicieron sufrir a su familia. Iré a verla en cuanto la estrenen. Este octubre no cumpliré tantos como Eastwood, aunque sí los suficientes para haber vivido ya la mayor parte de mi propio wéstern. El mío es de bajo presupuesto, no hay para caballos y debo ser mi propio doble en los golpes… pero la chica, inmejorable.
¿A qué género cinematográfico pertenece ‘ Cry macho’ ? Ni lo sé, ni me importa. En cine, si tú ves cowboys es que los hay, aunque la historia transcurra en New York y en nuestros días. Por el póster, todo parece indicar que será un neowéstern, como —a mi entender— lo son ‘ Million Dollar Baby’ o ‘ Gran Torino’ , ya solo por estar interpretadas por él, último icono viviente del género. Lleva décadas enriqueciendo con los matices del dolor oculto su hombre sin nombre, que le dio la fama. No hubo lágrimas en Almería, ni tampoco se perdieron,
A muchos nos gustan las películas clásicas del Oeste por ser las de nuestros padres, cuya rectitud y aplomo ante las adversidades fueron dignas del sheriff de Solo ante el peligro. Hoy, en el wéstern de mi vida, los héroes siguen siendo ellos… y la chica, mi final feliz. Por ello, cuando me despierto en medio de la noche rememoro lo del cine de las sábanas blancas y, enseguida, en el silencio de la oscuridad vuelvo a quedarme dormido. Nos vemos en el cine, Clint.