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Editorial | Mayor firmeza de las administraciones frente a la actitud inmovilista de LM

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Ni la tibia mediación del Gobierno ni la oferta de la Junta —reitera ayer— para hacerse cargo del coste de una regulación temporal que evite los despidos de trabajadores, inicialmente 393, han sido motivos suficientes para que la dirección de LM Windpower ceda en su empeño de prescindir de casi un tercio de la plantilla. La séptima reunión entre el comité y la dirección de la empresa, en una situación de presión por huelga general que paraliza la producción al menos hasta el día 13, no hubo mayor avance que la pobre oferta de reducción en 23 del número de despidos.

En ese escenario inmobilista de la compañía, los sindicatos denuncian la inacción de las administraciones, pese a las ofertas iniciales, y exigen la misma posición de firmeza exhibida ante el desmantelamiento de Vestas, para la que se le buscó una alternativa de éxito que estos momentos está en fase de clara expansión.

Si lo que hay detrás, como sospechan los trabajadores y ahora temen las administraciones, es un plan de deslocalización por parte de la multinacional para trasladar la actividad y parte del empleo a las plantas de Castellón o Cherburgo, no es admisible la pasividad que exhiben Junta y Gobierno. Porque El Bierzo, enormemente empobrecido económica y laboralmente tras el traumático final del carbón y el cierre de las térmicas, no puede permitirse la pérdida de actividad industrial. La factoría de palas eólicas es un pilar fundamental. LM ya superó hace diez años una situación similar y, cuando parecía abocada al cierre, supo sobreponerse y crecer. Es cuestión de voluntad. Pero por parte de todos.