Editorial | Merma constante en un servicio público clave como es el tren
La permanente decadencia del servicio ferroviario en la provincia de León suma un nuevo episodio que pone en evidencia un desprecio hacia el usuario que no resulta aceptable. Quizá pueda ser legal pero no parece lo más adecuado que los trenes circulen sin un interventor. Esta figura aporta, entre otras cosas, una seguridad a los viajeros y un control del tren que facilita un servicio en mejores condiciones. No podemos olvidar que el ferrocarril es un servicio público, en el que no caben los planteamientos de búsqueda de rentabilidades. Una cosa es no gastar sin rigor y otra bien distinta mermar algo tan fundamental como son las comunicaciones en las zonas más desfavorecidas de España.
Las quejas en León por las frecuencias que no se han repuesto tras la pandemia se unen a las de otros territorios a los que el Gobierno tampoco tiene en su lista de prioridades. La contradicción es máxima, si se tiene en cuenta que se supone que hay que apostar por los medios de transporte colectivos y limpios. Y también con respecto al objetivo de combatir que esos mismos territorios tan castigados por la despoblación acaben literalmente vaciados.
Para la provincia el tren resultaba fundamental, hasta no hace tanto tiempo, incluso como generador de puestos de trabajo. Tanto en los convoyes, como en las estaciones o talleres, se daba vida económica y laboral a León. Pero ahora los recortes amenazan con terminar con todo.