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Por las rendijas del ferragosto explotan bombas que hacen volar el veraneo y son un aldabonazo para las conciencias dormidas. Agosto es un mes peligroso y no solo porque nos castiga con los peores incendios, como aquel que asoló el Teleno un 19 de agosto de 2012 o el de La Cabrera hizo ayer cuatro años. Recuerdo aquel 2 de agosto de 1990 cuando esperábamos en el solitario aeropuerto de Barajas un vuelo a Tenerife. Fue el día elegido por Sadam Hussein para invadir Kuwait, desencadenante de la primera guerra del Golfo. Un día seis de este mes, en 1945, el Enola Gay, un avión del ejército de Estados Unidos, lanzó la bomba atómica sobre Hirosima. La llamaron Little Boy y devastó la ciudad japonesa. Toda una ironía.

La crisis de Afganistán ha explotado en mitad de agosto y de unas vacaciones en las que pretendíamos olvidarnos de la quinta ola del covid para sumergirnos en las olas marinas o siquiera en las frescas, por no decir gélidas, corrientes de los ríos leoneses. La parsimonia de la ola de calor fue rota por las alertas que, de pronto, ponían el foco sobre un país olvidado al que Estados Unidos decidió abandonar a la suerte de los talibanes hace un año, a los que había ido a combatir hace veinte para erradicar el terrorismo, misión a la que España se sumó como miembro de la Otan.

En 1986 llegó a León el periodista Jorge Melgarejo con dos niños afganos heridos por las minas antipersona. Sus rostros sonrientes y sus cuerpos mutilados nos acercaron a un conflicto lejano en el que los malos eran los rusos y los buenos norteramericanos. La nueva crisis inducida por la geopolítica —el arte de gobernar el mundo entre cuatro y para cuatro y cuyas consecuencias mortales sobre millones de personas solo son daños colaterales— coloca a las mujeres afganas en el blanco de los talibanes y aldabón para despertar nuestras conciencias agostadas. Mientras clamamos para que sean consideradas personas, porque viven en régimen de infrahumanidad, que hay que hacerlo, hay que recordar que antes de la nueva llegada de los talibanes al poder el 87% aún eran analfabetas, el 60% de las menores de 15 años eran obligadas a casarse, que el 90% de las mujeres y niñas sufren depresión o ansiedad y que en la violación como arma de guerra están acusados soldados de la Otan o el presidente de la Federación de Fútbol Femenino, denunciaba Nazanín Armanian, la escritora iraní exiliada en España, en 2019. No espero mucho de las maniobras orquestales que salvarán a un puñado de refugiados, bienvenidos y bienvenidas sean. Tengo más confianza en las valientes voces que salen de dentro. Como la de Zahra Joya, fundadora de Rukshana Media un portal que cuenta historias de mujeres afganas, escritas por mujeres afganas. Buscan ayuda para seguir teniendo voz mientras otros hacen el agosto afgano.