Binarios o no
Vaya por delante que yo adoro las minorías y amo la diversidad. Ambas nos hacen únicos y por eso son dos conceptos que me resultan tan atractivos. Primero porque las masas aburren y lo corroen todo y, segundo, porque —por suerte— todos somos diferentes y eso, a su vez, nos libra del tedio y del aburrimiento. Sería un asco una sociedad homogénea y perfectamente estructurada, aunque a veces dudo de que no sea así.
Tenemos la manía de ponerle nombre a todo y esa costumbre tan nuestra de querer acaparar el control de lo que nos rodea a base de inventar nuevos conceptos convierte en realidad los asuntos más surrealistas y absurdos. Un ejemplo es llamar ‘niñes’ a los niños y niñas para no herir sensibilidades. Una vez más, nos perdemos en los detalles más insignificantes y nimios para centrarnos en lo que no importa.
Pero la cosa no queda ahí y siguen surgiendo nuevos términos que nadie sabe muy bien de dónde salen y me atrevería hasta a decir que muchas veces ni siquiera se analiza su verdadero significado. Queda moderno y un tanto extraño y con eso vale. Ahora existen las personas no binarias, un tercer género que no es hombre ni mujer, sino una mezcla. O quizás ninguno de los dos, sino todo lo contrario. Quién sabe. Y está bien porque cada uno puede ser lo que le dé la gana y llamarse como quiera o sentirse como mejor le parezca, pero eso no significa que tengamos que llamar ‘maestre’ a alguien que no se identifica como maestro ni como maestra. Eso es rizar el rizo. No añadamos más complejidad a un lenguaje que ya nos cuesta bastante utilizar con cordura y sentido común.
La clave, muchas veces, está en simplificar y eso no resta a nadie derechos porque la vida de cada uno es solo suya, al margen de cómo transcurra la cosa ahí fuera.
Sería bueno que cada uno pudiese ser lo que le diese la gana sin tener que llamarse nada ni que pertenecer a este grupo o dejar de formar parte del otro. Simplemente porque no aporta nada y porque no todo tiene un nombre en esta vida. Ni falta que hace. Qué ganas de decir si uno es bisexual, heterosexual, transgénero, no binario o lo que sea. Debería darnos igual porque la clave del respeto, la tolerancia y la libertad no está en un nombre.