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E n Riello ya tienen casa consistorial hecha de aquel modo y estrenada con una de esas liturgias en desuso (o no y según dónde) que requiere los oficios del párroco revestido y bendiciendo el tiberio con solemnidad sacramental, como cristianando.

Mal cabrán aquí las mil palabras que encierra la foto del evento con las fuerzas vivas locales y el consejero autonómico invitado a inaugurar plantados ante el edificio mientras el preste invocaba, todos ellos en sus distancias, más o menos, y enmascarados todos, claro está, lo que siempre nos proporciona caras de salteador de caminos o atracador de sucursal (aquí sólo se asaltó un consistorio ceremonialmente, pero por ahí se empieza). Y eso de que un cura oficie en un acto estrictamente civil muchos no lo ven ya procedente, si es que no insconstitucional o indecoroso; lo confesional ya no cabe en lo público, ni las casas consistoriales creen en Dios, aunque sus concejales puedan hacerlo en su plenísimo derecho (por no creer, el edificio y ente en sí ya no creen ni en quien lo habita; sus paredes ven y oyen lo que no está escrito en actas). En fin, todo ayuntamiento es algo sólo civil, laico, o acabaremos viendo que algún municipio ecoalternativo también querrá bendecir la cosa con monje budista o un chamán, y si hay voto emigrante, con uno de turbante (tocad madera); y si la corporación es leonesista folklorista, allí lo que metan será la  Viella’l Monte  con estola y calderillo de orujo, un coro de  xanas  y una  Colasa  de monaguilla. La cosa es bendecir como sea... y comulgar después con vino y mantel la autoridad y bollete preñadete para el pueblo. Y ya se sabe: «donde el cura canta, yanta», es el pago en estos casos, el «misa pro mensa».

Y después está la arquitectura que le han metido al casón tirando a lo pijo, tan de moda, lo más alejado posible de la cara popular que domina el conjunto urbano del lugar, dando así ejemplo a seguir para que cualquiera, a la hora de ladrillear, tenga licencia para cagarse también en la arquitectura tradicional. Y así ya no hay pueblo en León que no lo hayan desgraciado con estas gracias.