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La ministra de Fomento, Raquel Sánchez, estrenó ayer la Variante de Pajares, esa herida de acero que, 3.700 millones y 20 años después —esto toménselo como Santo Tomás las llagas—, puede que no llegue hasta Oviedo y se quede en Pola de Lena. Acabarán así no sólo las dos horas que llevaba rodar por la rampa de Pajares sino millones de metros cúbicos de agua que Adif le quitó a León en uno de los destrozos medioambientales más vergonzosos que se recuerdan. ¿Han visto como está el Bernesga a su paso por León? Pues no olviden que si permiten que la situación no se revierta, Oviedo y León estarán unidos también por la falta de cauce fluvial.

Hace años que la capital está tan lejos de la provincia como los gobiernos de Madrid y Valladolid de León. Es parte de la tragedia cisastur: la falsa riqueza de los años del pelotazo creó una sensación de impunidad que aún persiste. Puede que por esa razón nadie piense que el agua expoliada para que las tuneladoras pasaran por cojones nos ha hecho mucho más pobres.

La treintena de fuentes desecadas no afectarán tan sólo a Ventosilla, Rodiezmo, San Martín o Poladura y llegará un día en el que el trasvase de agua a Asturias convierta el cauce del Bernesga en un erial tan yerto como las tragaderas de muchos y la felonía de algunos cuantos. ¿Qué beberemos? Es igual. Pagaremos sin rechistar el agua que nos robaron, que nunca dejan de expoliarnos.

De momento, y a pesar de la labor de la Federación de Entidades Locales Menores de León y la asociación Lacerta, todo sigue según lo previsto: la Confederación Hidrográfica del Duero mira hacia otro lado mientras Adif silba y el secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán, obedece órdenes. Por lo visto, ayer, tras más de diez años de denuncias, el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, reconocía su preocupación. No es para tanto. El trasvase del Cea no dejará ni un ápice de agua a los regantes de León hasta que Palencia y Valladolid no reciban su derecho de pernada. Así que, take it easy