Menos que Clint
Interrumpí la redacción de los últimos retoques de mi conferencia Mayores creativos y me fui a ver la última de Clint Eastwood, quien a los 91 años la dirige y la interpreta. Hay quien dice que está ya muy mayor. Menos viejo que el Cañón del Colorado, de cualquier forma. Arrastra los pies. Vale, sí. ¿Y qué querían? Lo importantes llegar a la edad de arrastrarlos. Otros dicen que Cry Macho, así se llama la película, es obra menor entre su gran filmografía. Contiene cine, amor y verdad. ¿Se le puede pedir más? En la sala, muy poca gente. Qué pena. No importa que dirija y/o interprete otras, esta es un adiós. En un pasaje de la película dice: «Ser un macho está muy sobrevalorado». Si esto se lo escuchamos a Woody Allen asentimos, pero dicho por él tiene más matices, aunque nos venga hablando del envejecimiento ya desde hace décadas. Cuánta creatividad e inteligencia emocional en este espejismo de sencillez, que es Cry Macho. A su nueva película le han reprochado falta de ambición artística. Tiene mucha, pero sin fanfarrias. Se conforma con escribirnos una posdata: Solo el amor cura nuestras heridas. Y convierte una novela en un cuento, aunque quizá no para los dos protagonistas termina con el mismo colorín, colorado. Cumplir bien una misión no significa que esta sea buena, o sin sombras. Les gustará, salvo que crean que solo hay acción si el protagonista tiene superpoderes o motosierra.
A principios de septiembre, Roberto Benigni, el actor y director de La vida es bella recibió el León de Oro honorífico del Festival de Venecia. Se lo dedicó a su mujer, Nicoletta Braschi, con quien interpretó la película. «La primera vez que te vi despedías tanta luz que pensé que Dios, al hacerte nacer, quería adornar el cielo con otro sol. Un amor a primera vista, de hecho lo es a última vista… a vista eterna». Benigni, otro viejo amigo, nos ha puesto muy alto el listón del mimo conyugal.
En octubre, cumpliré años. Menos que Clint, como casi todos. Me resulta misterioso tener la edad que tenían mis padres cuando empecé a percibir que se estaban haciendo mayores. Por lo que a mí respecta, siego siendo el crío al que le gustaba ir el cine, aunque fuese solo. Y aún creo que John Ford está en el cielo.