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V uelve al punto de partida, a cuando la gente y los pueblos tenían que gobernarse por esta ley de hierro: Más vale hacer que comprar. Ley que significa, por ejemplo, que si siembras lino y lo siegas y lo enrías y lo espadeas y lo hilas, también puedes tejerlo ahorrándote en telas y paños buen dinero y viajes a tiendas o ferias. Y quien dice lino dice lana. O mejor, kilovatios. Eso es la autarquía, la calidad o estado de bastarse a sí mismo, o sea, autoabastecerse, sueño de todo pueblo o nación. Y es que en este mundo no hay más ni mayor libertad que el yo me basto; y déjese la Ayuso Maribel Vamosalaplaya de vender libertades rebrilladitas que no pasan de la barra donde hace ella de cantinera cañí tirando cañas de muuucha espuma y, de gentileza, tapita de autor: tempura de orgullito madrillí a las finas hierbas con salsipicha de mango, que firman al alimón Dabiz Muñoz y Miguel Ángel Rodríguez, el demonio a la oreja.

La autarquía es la única independencia o autonomía por la que hay que romperse el pecho y la pana; esa es la única bandera de la Libertad, no el trapo del patriotero de grada, mani o desfile. Y una autarquía energética bien le cabe a un León donde 24.000 kms de ríos son procesiones de vatios y vatios esfumándose aguas abajo sin nadie que los capture. Es la tesis que Peláez nos pule hace décadas, sueño que le vuelve una y otra vez siendo cada año más urgente ante el clima hecho ciñascos, el horroroso precio de la luz y el desierto que nos repica. No hay más salida: hacer aljibes en toda cabecera fluvial que garanticen caudal ecológico y, de paso, sacarles luz; microembalses, altas lagunas que si las hicieran los castores nadie objetaría, al contrario, ¿quién discutirá el gran beneficio biológico de sus charcones?... y aquí serán el único refugio y reserva que le quede a la fauna de estos ríos cuando lleguen los estiajes bestias que ya sentimos. Y nos manda mirar a Suecia: no solo se autoabastece con su electricidad hidráulica, sino que exporta muchííísima; y eso, con precios de hoy (y mañana más), es tener una mina de oro... ¡¡sostenible!!