Editorial | Vuelta a la rutina extraescolar con todas las medidas

Uno de los síntomas más claros de que la pandemia que hace unos meses aún parecía indomable está dejando de asfixiar la ‘normalidad’ de la vida cotidiana es que vuelven a los pabellones y los patios de los colegios las actividades extraescolares, después de un bloqueo de más de año y medio que ha dejado al sector sin un tercio de sus empresas. Son 8.000 los escolares que cada curso aprenden nuevos deportes o mejoran en sus disciplinas, aunque al retomar la dinámica durante este curso no todas las familias están dispuestas a correr riesgos. Para ello, lo esencial es hacer un esfuerzo de divulgación de los estrictos protocolos sanitarios que se deben cumplir en este tipo de actividades e incluso programar jornadas de puertas abiertas para que los progenitores tengan respuestas de primera mano a todas sus inquietudes. Lo cierto es que los menores necesitan —lo necesitamos todos— que la rutina vuelva a marcar el desarrollo de sus días, un beneficio que no sólo será físico si no también mental. Hablando de actividades al aire libre, no hay que perder de vista la imprescindible renovación de los parques infantiles, un territorio a veces comanche en el que pasar un rato divertido puede convertirse en un deporte de alto riesgo para los pequeños y en un mal trago para los cuidadores con los nervios delicados. El plan municipal para poner al día estos recintos avanza despacio con la impresión de que se está haciendo más un lavado de cara que una intervención en condiciones, con una penosa imagen para la ciudad.