‘Quema’ de plazas en Ramón y Cajal
La calle Ramón y Cajal se ha convertido de la noche a la mañana —lo que viene a ser desde antes del verano a después— en un drama en lo que a aparcar se refiere. Los vecinos de la céntrica avenida comenzaron el mandato de Diez sin vislumbrar que su calzada iba a ser objeto de una ‘quema’ de plazas de aparcamiento sin precedentes. Terrazas, reservados para paradas de autobuses urbanos y turísticos, aparcamientos para motos y para carga y descarga —de 8.00 a 20.00 horas, festivos y fines de semana incluidos— y toda una acera para residentes en el casco histórico han dejado pasmados a sus resignados vecinos que se han de conformar con una sola plaza de aparcamiento ordinario —bajo el yugo de la ORA por supuesto— en todo el discurrir de la avenida hasta su desembocadura en Santo Domingo. Cuentan —nadie lo ha visto nunca— que a veces esa única plaza esta disponible, pero los residentes se lo toman casi como una leyenda urbana mientras se preguntan a qué se debe semejante ensañamiento municipal.