Diario de León

Alfonso García

Padre Salvador de Cistierna

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Ahora que la política se obstina en poner el acento sobre Cuba por razones poco limpias y poco sinceras sobre la realidad del pueblo, que es lo que menos parece preocuparles, no sería mal asunto acercarse a algunos temas atractivos para su estudio: el de los religiosos y sacerdotes leoneses expulsados al triunfar la Revolución, por ejemplo. Uno piensa que tendría un amplio abanico de curiosidades y enfoques que pondrían de relieve la notoriedad de no pocos paisanos olvidados.

El 3 de abril de 1949 era ordenado sacerdote en León, donde había estudiado los cursos de Teología, el capuchino padre Salvador de Cistierna, que incorporó a su nombre de religión el de su villa natal, donde celebró su misa cantada pocos días después. Ampliada su formación académica en la Escuela Social de Málaga y en el Instituto Social León XIII de Madrid, en 1954 está en La Habana, donde, entre otras actividades, ejerce como superior de la Residencia de Limpias, director del Boletín Oficial de la Custodia de Cuba, titular de la Cátedra de Doctrina Social de la Iglesia de la Facultad de Economía en la prestigiosa Universidad Católica de Santo Tomás de Villanueva, regentada por los agustinos… Luis Valdés Mateo firma en este periódico (10 de junio de 1958) un reportaje celebrando los “triunfos” de “un cisternense que honra a nuestra villa y es para ella un timbre de gloria”.

Es el primer día de 1959 la fecha señalada como el triunfo de la Revolución en Cuba. Entre las medidas tomadas por el nuevo régimen, la persecución a la Iglesia católica, la expulsión de religiosos… Suponemos que el padre Salvador de Cistierna y el resto de capuchinos de Limpias, entre ellos varios leoneses, corrieran la misma suerte. Entre estos últimos, una excepción al menos, de la que se hizo eco la prensa nacional en su momento: Fray Balbino de Ferral, muerto con un siglo, cuya biografía responde a los parámetros de una auténtica peripecia vital, muy interesante.

Desconozco los detalles y las razones, pero Fidel Castro y Fray Balbino de Ferral se conocían antes del triunfo de la Revolución. Al producirse, Fidel citó en el Palacio Presidencial a Fray Balbino para aconsejarle, como deferencia, que abandonase la isla antes de que ordenaran la expulsión de las órdenes religiosas. El capuchino leonés se negó rotundamente, lo que supuso un duro enfrentamiento entre ambos. Consecuencia: la inmediata salida de la isla del de El Ferral. Así se escribe la historia.

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