Nuevo orden mundial
Aviones de combate chinos sobrevuelan el cielo de Taiwán. Y todo el Lejano Oriente tiembla ante la posibilidad de una guerra entre el gigante emergente y la antigua isla de Formosa donde se refugiaron los nacionalistas de Chiang Kai-shek cuando Mao Zedong y el Partido Comunista se hicieron con el poder en el continente.
En la isla de La Palma, al otro lado del mundo, el volcán de Cumbre Vieja no deja de escupir lava y ceniza. Y la tierra ardiente le gana terreno al mar. No se ve el final de la erupción.
En el Reino Unido del Brexit no tienen camioneros que transporten la gasolina y recurren al Ejército. No tienen carniceros que sacrifiquen los pavos y los cerdos en los mataderos y recurren a los presos. No tienen pinches de cocina, ni camareros, les faltan trabajadores en los oficios peor pagados. Y advierten a los consumidores de que si quieren juguetes en Navidad los encarguen con tiempo.
Facebook, Instagram y WhatsApp se caen a la vez y nos dejan ver lo frágiles que son nuestras redes sociales.
En toda Europa no deja de crecer el recibo de la electricidad. En España se ha convertido en un problema que tira para arriba de la inflación, que alimenta el pulso entre el Gobierno y las eléctricas, y pone en peligro la recuperación después de la pandemia.
La vacuna contra la Covid-19 está funcionando. Baja la incidencia, bajan los contagios, se reducen los enfermos en las Ucis, se recorta drásticamente la mortalidad. Pero el remedio no llega a los países del Tercer Mundo. Y así no se acaba con una pandemia.
En todo el planeta afloran fenómenos extremos; riadas, inundaciones, olas de calor, huracanes, tifones; el cambio climático es una realidad. Pero medio mundo sigue fiando su crecimiento a los combustibles fósiles. En Ponferrada también tendremos una Zona de Bajas Emisiones en el centro. Carriles bici y transporte público en vehículos eléctricos.
Y es evidente que, como en la isla de La Palma, el mundo se adapta a una nueva realidad. La enésima metamorfosis. Cambian los actores, pero seguimos armados hasta los dientes, no dejamos de contaminar, seguimos sin pensar en soluciones globales para vencer el hambre y la enfermedad. Y así nos va.