Las invenciones
C omo se citó a Eric Hobsbawn y su libro La invención de la tradición , vino a la charla la explicación que se da al origen de la expresión estar en Babia , la forma más guapa de definir la ensoñación ausente o ensimismda que logra desabrochar todos los músculos del rostro para que pongamos caras bobaliconas, qué caras; si nos viéramos, nos escacharraríamos; con ellas parece inocentón hasta el más bruto, avieso o payaso. Y esa cara la pone el estar en Babia.
Pero el origen del dicho no es el que se dice y corre por ahí, que los cortesanos, viendo al rey absorto, sabían que estaría pensando en Babia donde habitualmente veraneaba con cacerías, cuchipandas, corderas y pernadas. Déjese la cosa en piadosa invención, apuntó Peláez, como tantas tradiciones; y apunto la más reciente: el ramo leonés de Navidad que jamás adornó casa alguna y menos aún un escaparate, válgamediós. Es muy difícil que un dicho refinado de palacio contagie el hablar popular, más bien ocurre al contrario, así que tiene mucha razón el cátedro y averiguador Manuel Abilio Rabanal (cómo pesa tu ausencia y tu amenidad profesoral; sin ti y sin Ernesto se me borra Carrocera) porque ya vino a demostrar hace tiempo que el origen del «estar en Babia» nace rodando entre el pueblo, como todas las lenguas (después los lingüistas y académicos limpian, fijan y dan esplendor a sus palabras para ponerles grilletes).
Y trajo Luis una cita: La expresión «estar en Babia» está enraizada en la tradición trashumante y en el romancero pastoril, según Manuel Rabanal, catedrático de Historia de la Universidad de León. Los pastores babianos dejaban todo cuando se iban a Extremadura, eran unos meses lejos de la familia, de los seres queridos, lejos de sus pueblos. Y estar en Babia era el gesto ausente, ensimismado, de su nostalgia y de su recuerdo tan vivo y tan lógico», comenta Ignacio Doadrio, investigador del Csic, experto en trashumancia ... ¿A qué viene, pues, darse pisto metiendo reyes ahí?... qué manía tan popular y falsaria.