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El borrador del Plan Hidrológico Nacional no deja de sorprendernos ni de darnos grandes y controvertidos titulares. Todavía no hemos digerido su polémica idea de acabar con el rentable cultivo de chopos en las riberas cuando lanza ahora otra controvertida prohibición, la de prohibir la navegación a motor en los embalses.

Vamos a ver, esto no es nada nuevo, ni el fin del mundo, ni «la segunda muerte para Riaño», como ayer apuntaba el senador y presidente del PP leonés Javier Santiago Vélez.

Hace años la propia Junta de Castilla y León, así como el anterior Procurador del Común, emitieron informes para recomendar el fin de esta actividad en los pantanos que se enclaven en espacios naturales, como es el caso de Riaño y de Luna. Y no me parece para nada descabellada la recomendación. Si queremos un turismo sostenible no debemos caer en ese discurso fácil de que lo que se quiere con estas medidas es acabar con la economía de los pueblos. La lectura tiene que ser otra. Se trata de preservar esos recursos que hacen de Riaño y de Babia y Luna lugares únicos por su biodiversidad, y lo que no debemos permitir es que cuatro lanchas y cuatro motos de agua pongan en peligro ese reconocimiento obtenido a través de la Red Natura, de las Reservas de Biosfera que afectan a ambos espacios, del parque regional, en el caso de Riaño, y del parque natural, en Babia y Luna.

Pero al margen de todo esto tampoco hay que olvidar el objetivo por el que se construyeron estos pantanos, el motivo por el que miles de vecinos tuvieron que abandonar sus casas en beneficio del interés general, un interés que nada tiene que ver con navegar a motor por sus aguas. Los pantanos, que no nos olvidemos que es agua embalsada, sirven para regular los ríos, para regar los campos, 80.000 hectáreas en el caso de Riaño y 50.000 en Luna, y para suministrar de agua a las poblaciones. Los propios vecinos se quejan de lo sucia que están esas aguas que acaban en nuestros vasos, y que riegan lo que los comemos. Vamos, que esto no es Miami Beach, y que hay un tipo de navegación sin combustión más sostenible, menos contaminante y que no general ese ensordecedor ruido que resuena en todo un valle cada vez que se encienden los motores.