Diario de León

Alfonso García

El final se inició en Matarrosa

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Está claro que hay aún muchos lados oscuros en la reciente historia de nuestro país. Lo más doloroso, sin duda, es la desaparición de algunas generaciones, parte de cuyos componentes fueron actores de diversa intensidad en algunos de los acontecimientos que conformaron aspectos parciales, aunque no carentes de relieve, de determinados hechos, buena parte de los cuales han pasado desapercibidos o intencionadamente llevados al trastero de los olvidos. Casi nada ocurre porque sí, aunque se hayan destruido archivos y documentos para oscurecer las razones.

En 1950 el entonces falangista y jesuita Padre José María Llanos fundó el SUT (Servicio Universitario de Trabajo), que pretendía inicialmente ser una extraordinaria experiencia de contacto entre los universitarios y el mundo vivo, real. Lo que posiblemente no tenían entonces previsto era que, ya entonces pero progresivamente en años sucesivos, buena parte de esos universitarios procedían del mundo real, vivo, incluso azotado por muchas carencias que hacían germinar la conciencia de clase. Ahora aparece un libro, Una juventud en tiempo de dictadura (Ed. Catarata, 2021), escrito por un grupo de amigos sutistas, bajo la idea de Emilio Criado Herrero y la aportación de cientos de participantes que perfilan qué fue este Servicio (1950-1969). Más de trece mil universitarios pasaron los meses de verano de estas dos décadas en campos de trabajo repartidos por toda España. Una experiencia clave, sin duda, en la mayoría de los casos.

Así fue también la mía. Pasé el verano de 1968 en Las Hurdes, concretamente en Mesegal, una pedanía del municipio de Pinofranqueado. No voy a contar los avatares de aquellos días de calor y actividad intensos. Aunque el Campo de Trabajo era fundamentalmente en este caso una campaña de alfabetización, las actividades se abrieron en la diversidad de otros muchos caminos. Pero lo verdaderamente notable es lo que, al mismo tiempo, estaba ocurriendo en territorio leonés, concretamente en Matarrosa del Sil: la huelga minera de Antracitas de Gaiztarro contó con la participación de varios sutistas, que fueron expulsados de la provincia. Si bien es cierto que rodaron varias cabezas en la cúpula del Servicio Universitario de Trabajo, no lo es menos que aquí comenzó su final. Alejandro Martínez arroja buena luz sobre los hechos en La primavera antifranquista . Hay claves para el entendimiento.

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