Argelia por aquí
A lgo que esconde y atesora el subsuelo norteafricano a 1.800 kms de aquí está pasando ahora mismo bajo tus pies. O no. Depende. Y dependerá. Somos dependientes. Después pasa por la pared maestra de tu casa donde escalan reptando conducciones metálicas que se cuelan finalmente en los pisos. Pega la oreja a una de esas cañerías, pregúntale de dónde llega lo que corre por ella y te dirá «soy gas natural de Argelia», aunque al responderte en árabe no entenderás el fárrago y hasta lo confundirás con el característico ruido que hacen las tripas cuando andan vacías, que también es muy probable, porque lo que debiera llenarlas, ese gas, anda ahora en escasez o intermitencia porque la señora Geopolítica, tan enseñorada, sacude el escenario donde se hablan a voces Argelia y Marruecos; o peor, ni se hablan.
Hace 25 años Manuel Urueña dirigía la térmica de La Robla y nos insistía en la necesidad de apostar por el gas natural tras inaugurarse en el Estrecho el primer gasoducto argelino vía marroquí; lo doméstico, la industria y hasta las propias térmicas lo necesitaban perentoriamente. Algunos le afearon esa «traición» a la minería leonesa (ya en capilla entonces, nadie se engañe) y ayer Bruselas demostró que no andaba tan errado: «la tranquilidad energética de Europa ha de pasar por el gas... sin eludir la fuente nuclear», a la que ya no objertará tanto mañana un ecologismo evolucionado o contratado (a la fuerza ahorcan). Hoy los conductos del gas trenzan una telaraña que cubre el planeta; pídale el lector a internet que le muestre mapas... y alucine... como alucinó hace veinte años un paisa de Busdongo rascándose el cogote y echando palante la boina al ver las obras del gasoducto que subían y bajaban montes y peñas camino de Oviedo... ¿y Argelia pasará por aquí?, se preguntó... y advirtió: estas tierras altas de tanto llamazar o llamargal a lo peor se lo ponen difícil. Era algo agorero; corrimientos de tierra siguen hoy estrujando o rompiendo la gran tubería; fugas y reparaciones son ya rutina; y con esta crisis es para decir ¡éramos pocos...!