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Cualquier parecido con la realidad que vive la Cultural en su fútbol base es pura coincidencia, porque no hay precedente que lo iguale. Hace un lustro era la Peña la que dominaba el fútbol provincial, con un entrenador, Adrián Benavides, que marcó un antes y un después en el club compitiendo con excepcionales futbolistas en División de Honor. Y antes lo fue el Puente Castro en la máxima categoría juvenil. Esa penúltima gran hornada del 97 del fútbol leonés no creyó en una Cultural que por entonces jugaba al descrédito. La Virgen hizo el milagro de unirla por obra y gracia de Roberto Carlos. Y sólo uno, Aarón Piñán, el más ruin del grupo, se sacrificó por el sueño de ser futbolista. El resto giró su porvenir hacia la Universidad con los otros placeres que ello conlleva, incompatibles con el fútbol profesional. Son decisiones de vida. A Felipe Llamazares y compañía no les quedó más remedio que trabajarse esa credibilidad para dar compañeros a Aarón en la Cultural más leonesa. Y ya están aquí Rodri Suárez, Javi Fernández, Javi Álvarez, Percan... Cada futbolista representa y también acoge el trabajo de un fútbol leonés al que la Cultural ha adelantado por la izquierda, y también por la derecha. Justo es reconocerlo. Respeto a su gente (de campo y de despacho) y fútbol ajustado a la edad de formación que corresponde. La actual gestión de la Peña y del Puente Castro, diferente, también tiene un análisis a parte. Para más adelante.

Y nos reímos por no llorar.