Ayuso, Merkel y Thatcher
«Las elecciones las pierden los gobiernos, no las gana la oposición», se escucha demasiadas veces. Nuestra clase política parece asumirlo. Ello, claro, no impide que cualquier partido con posibilidades de llegar al poder ponga toda la carne en el asador para conseguirlo. El «tancredismo», tan legendario en torno a la figura de Mariano Rajoy, entendido como el refrán de quien se sienta a la puerta de casa hasta ver pasar el cadáver de su enemigo, plantea siempre riesgos. Entre ellos, que sean los tuyos quienes se cansen de la inacción. A Rajoy, por ejemplo, el centro-derecha se le dividió en tres partes, harto de perder por incomparecencia los partidos contra la izquierda.
Si de algo no se puede acusar al PP de Pablo Casado es de no estar en constante estado de ebullición. Su comunicación es un Twitter permanente. Ellos mismos se contraprograman. A veces las cosas llegan a tal grado de temperatura que entre los propios compañeros se atacan. Fíjense en lo que ocurre con Isabel Díaz Ayuso. Mientras los votantes, no sólo de su Comunidad sino de toda España, ven en ella una política con tanto carisma, autenticidad y valentía que colocan su futuro al nivel de otras lideresas de su espectro ideológico como Margaret Thatcher o Angela Merkel (¡palabras mayores!), en la séptima planta de Génova le niegan incluso ser presidenta de su organización política en la comunidad autónoma que preside. Un «calentón» que alguien debería explicar des-pa-ci-to.
¿Habría que aconsejar a Pablo Casado que se siente a comer palomitas esperando que Pedro Sánchez caiga a plomo, cocido en su propia salsa? Cuesta trabajo responder que sí, aunque cada día que pasa considero que la ansiedad que el mandatario del Partido Popular exporta con sus «prontos» no es su mejor aliada en la carrera hacia La Moncloa. Lo he dicho otras veces. Caben pocas dudas, la organización popular vive desde este verano una sensación de vértigo, desayunándose en los medios con las naderías de cualquier genovés contra el mayor valor electoral de su partido. Y en este tema, por desgracia, incomprensiblemente Casado ha decidido ser un mirón. O eso parece, al menos. Pues bien, si en alguna cuestión al líder del PP le merece la pena reaccionar rápido es en ésta. Porque el tren que separa el éxito de Ayuso de su presidente es muy veloz.
Ojo, que en los inicios de sus carreras Thatcher y Merkel debieron sortear los obstáculos que les colocaban sus partidos. Por si sirve de algo recordarlo.