Editorial | El lastre de los peajes amenaza la competitividad en el peor momento

La confirmación de que el acceso directo de León hacia el mar seguirá lastrado por un costoso peaje durante muchos años es una pésima noticia para el futuro de la provincia. Es dañino para las opciones de convertirse en un polo logístico importante. Y penaliza la posibilidad de que nuevas empresas apuesten por esta tierra para asentar sus centros productores. Disponer de infraestructuras de calidad y competitivas es uno de los pilares para poder atraer la atención cuando se planifican las inversiones. Y al déficit endémico que padece León, con un buen número de autovías sin construir, se une el severo revés en lo que resulta fundamental en una sociedad cada vez más globalizada, la conexión directa con el mundo a través de un puerto marítimo. El agravio y la discriminación que se denunció en el Parlamento estos días es un conflicto que también sufre Asturias, lo que ha llevado al Principado a movilizarse contra el Gobierno, aunque sea del mismo signo.

Hace décadas, la construcción de una vía de peaje supuso una condena grave y permanente que parece no tener revisión. La prórroga aprobada en su día por el Gobierno de José María Aznar a cambio de reducir los pagos de los conductores se ha transformado en una trampa que ahora prolonga un peaje que tendría que estar caducado. Pero lo ocurrido en Galicia, donde el Ejecutivo central ha puesto en marcha un plan de bonificaciones en la AP-9, prueba que sí existen alternativas que aquí no quieren aplicarse por unas razones que no se entienden en ninguno de los lados de Pajares.