Queridos viejenials
El doble rasero que valora la buena noticia del aumento de la esperanza de vida y la calidad que le acompaña como una carga para la sociedad y los esforzados y cada vez menos cotizantes activos debería cambiar de discurso de una vez. Es verdad, tener más pensionistas que trabajadores (sobre todo que los pensionistas cobren más que los trabajadores) desarma las cuentas públicas. Y el Pacto de Toledo con sus sesudos denuedos no deja más solución que aumentar la vida laboral de los que cotizan, lo que a su vez retrasa la incorporación de los que cotizarán (esperemos), y así se adelgaza la línea de los ingresos mientras engorda, con temor a sufrir solitaria de recursos sin fin, la de los que aspiramos a cobrar. Como la sucesión de descalabros económicos viene a restar ingresos tributarios a los del adelgazamiento de la clase activa y cotizante, la ecuación es tan obvia que no hace falta ser de ciencias para resolverla. Basta contar con los dedos.
Hasta ahí la parte en la que hocicamos hasta que el barro y la cerviz gacha no nos dejan atisbar otro horizonte. Porque hay otra cara que no resolverá las cuitas del gasto público, pero sí abre escenarios que no hemos sido capaces de prever. Mucho menos de aprovechar.
Tantos mayores son un enorme nicho de necesidades, deseos y negocio. Serán mayores estadísticamente, pero están deseando soltarse el moño de viajes, restaurantes, cuidados personales, aspiraciones culturales,... Un universo al que acceden con las hipotecas pagadas, generalmente dos sueldos fijos por hogar, un abultado nivel de ahorro y casi ninguna incertidumbre económica de futuro. Y muchas ganas de disfrutarlo. Empeñarse en enviarlos a Benidorm a gastar y llorar aquí las penas del desequilibrio es una torpeza no sólo empresarial, sino institucional. Una cortedad de miras imperdonable.
Basta ver el ejemplo de la Zamora. La provincia más envejecida del país, no precisamente ejemplo de dinamismo empresarial, sí ha tenido visión en este campo, al que ninguna crisis ni pandemia pondrá la zancadilla. Será sede europea de referencia en desarrollo de tecnologías y empresas volcadas en las necesidades de los mayores. Ahí sí que hay potencial.
La Diputación de Zamora ha sido proactiva, ha previsto las soluciones ante un problema. La mayoría sigue inmersa en la reactividad, responder cuando ya, generalmente, no hay remedio.
El envejecimiento es un reto. Los viejenials, un filón. Los dos están ahí, para quien quiera atenderlos.