A cochar con güela
T odas las primaveras andan poniendo escaleras para subir a la cruz de las alergias y ver de cerca a la madre que las está pariendo y que el alergólogo no alcanza a junar del todo. Y cada invierno le ponen esa escalera a la cruz de las gripes para adivinar la cepa mutante que ese año hará la escabechina. Pero no hay escalera que valga, alergias y gripes van siempre por delante; y si las guía una variante de la covid, ¡ancha es Castilla!
Vienen tremendas las noticias de esta peste; la ómicron se está gustando y en algún rincón del planeta se hace ya otro traje para ir camuflada en fiestón apocalíptico de la disco al camposanto. Las inundaciones ceden. Los volcanes cesan. Pero la peste dura. Y dura. Nuestro corro recordó a Montaigne, traído ayer aquí, al que le tocó también una peste feroz que se llevó a la mitad del censo cuando era alcalde de Burdeos en 1585; él decidió confinarse largo tiempo en su castillo y allí, en su silentium , creó lo mejor de sus Ensayos .
Y en estas, vinieron Luis Miguel de Luis, médico/psiconalista, y Jesús Espalza, psicólogo/poeta, dándole un titular magnético a Ana Gaitero: Hay que parar; hay que estar muerto cinco minutos al día . Lo proponen en un libro conjunto titulado « El médico y el viajero. Calma en los tiempos del virus », presentado ayer en León. Aconsejan en él la búsqueda del silentium que aplaque esta neurosis colectiva... y ese hacerse el muerto al menos cinco minutos para «dejar de actuar, de pensar, de producir, de perseguir, de ser»... aunque eso mismo, y ampliado, lo receta este pueblo mil años ha con cualquiera de las tres siestas que tiene patentadas: la siesta del carnero o canóniga, antes de comer; la del ceporro, tras comer, «con pijama, padrenuestro y orinal»; y la «de la llave» de la mujer esclava a quien sólo le caben cinco minutos de sopor recostando la cabeza sobre el brazo en la mesa matancera. Porque cuando uno se hace el muerto, hasta la Muerte se confunde, se desocupa o pasa.
Pero el éxtasis medicinal estará siempre en el cochar con güela... y que te susurre cuentos, versos, canciones...