Diario de León

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Acaba diciembre entre nubes y nieblas. Leo en el libro Filandón. Lliteratura Popular Llionesa, de Nicolás Bartolomé, que esto en el Bierzo se consideraba buen presagio. Los que miran al cielo en estos días para consultar el oráculo del tiempo meteorológico que está por venir el resto del año dicen eso de Añu de nublina, añu de fariña, esperando que, quizás, estas humedades de diciembre y enero sean seguidas de semanas más secas, lo que traería buenas cosechas de cereal.

Y es que los seres humanos siempre han mirado a los cambios de ciclo dejando atrás el pasado y con expectación de lo que está por venir. Así, como el dios Jano, Jano bifronte, representado con sus dos caras mirando hacia ambos lados. Dios de las puertas y los cambios, observando el pasado y el futuro, que de su nombre se deriva este mes de enero que empieza y que nos abre el portón del nuevo año. 

Es tiempo de cambios. La muerte y resurrección de Osiris, celebrada con grandes fastos por los antiguos egipcios, así nos lo confirma. En Sais, en el Bajo Egipto, había un lago sobre el que se representaba la muerte de esta divinidad como un misterio nocturno entre teas encendidas, y donde una vaca que representaba a Isis, la llorosa esposa del dios, era llevada en procesión con un sol entre sus cuernos. Durante dieciocho días lloraban con Isis los egipcios la muerte y descuartizamiento de Osiris para después alegrarse con su resurrección, celebrándolo como si de la germinación de las plantas se tratara, pues con ello celebraban el año nuevo allí cuando se producían las inundaciones del Nilo, aquellas que traían la fertilidad y la vida. 

La llegada del nuevo año también es tiempo de balances y reajustes. Si volvemos a León, nos encontramos con que estas fechas de cambio de año eran las utilizadas por las sociedades de mozos para la elección de sus cargos. En la comarca de Rueda, nos cuentan María Campos y José Luis Puerto que estos grupos masculinos perfectamente definidos y organizados, a los que se entraba a la edad de quince años y se salía con el matrimonio, elegían a su presidente o rey de mozos, según el pueblo. También, como en el caso de Gradefes, se producía el sorteo de las mozas del pueblo entre los miembros de la sociedad, estableciendo parejas al azar. La nochevieja se la pasaban los mozos rondándolas con la gaita y el tamboril, mientras que el día de Año Nuevo las «afortunadas» invitaban en su casa a su pretendiente a una merienda tratando de ser complacientes con él.

Año nuevo, vida nueva, anda la gente diciendo estos días. Así fue siempre; un constante ir y retornar para que el mundo, casi siempre, siga estando como está.

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