Editorial | El cuello de botella de ómicron que atenaza de nuevo a la economía
La explosiva irrupción de la nueva variante del covid, durante las últimas semanas, deja un balance preocupante en materia laboral. Las bajas se han disparado un 660%, un dato que en el conjunto de Castilla y León se eleva hasta el 1.000%, en el cómputo de diciembre con respecto al mes anterior. Cifras que suponen un suma y sigue en los problemas que viven muchas empresas —y también entidades públicas—, con masivas ausencias de trabajadores que entorpecen la producción y limitan las posibilidades de prestar servicios en condiciones.
De nuevo, el problema de salud pública de la pandemia extiende sus tentáculos hacia la economía. Y una vez más, existe el riesgo de que la picaresca anime a los tramposos que tanto se han prodigado durante esta larga crisis del covid a través de artimañas de todo tipo en diferentes y peligrosos frentes.
La tramitación de las bajas supone incluso un conflicto para la situación de la asistencia sanitaria. Los facultativos de los servicios de atención primaria se lamentan, desde hace tiempo, por las complicaciones que les genera la pandemia al convertirse en muchas ocasiones en agentes de oficina despachando papeles sin atender a las personas en materia de salud como sería su verdadera función.
Una vez más, parece entendible la queja por el maremágnum de normas y criterios que tanta confusión generan. El covid sigue sin recibir una respuesta organizativa en tiempo real.