Monigote
Ha sido el insulto más repetido: Garzón, monigote, seguido de payaso, esgarramanzanos y vendepatrias. Porque al fin encontramos una buena razón para no despedir la Navidad sin el placer de un guantazo al cuñao enterao, papelón que se pide este ministro repugnantín y cagasentencias. Ahí le valió el sopapo en tol bebes y la reprobación general tras poner a la ganadería española de chupa de dómine en un rotativo de la pérfida Albión para mayor injuria (con lo que le encanta a The Guardian dar truenos por la reversa a la honra o fama de España) y dejando también al candidato Tudanca nerviosito y royendo venablo mientras corre a explicar a los escocidos leoneses y castellanos que ese Garzón de calzón quitao habla por su culo y no por boca del gobierno, así que también a Tudanca le sube un ¡monigote! a la suya dicho sin separar los dientes.
Peláez apunta: flaco favor les ha hecho además a los suyos que dentro de un mes van a urnas como a porta gayola y podrían salir con un costurón de escándalo en esta comunidad donde al primer estertor el podemismo quedó al borde de la extinción parlamentaria pasando de diez procuradores a dos. En breve se dilucidará su resurrección o muerte. Hagan sus apuestas, señores.
Otavito añade: lo de Garzón es sólo un problema de foco, no se lo dan ni lo pilla y lo roba con el chiste o el espanto; así llevamos ya unos cuantos años.
Y Peláez resume: No mires a Garzón ni le hagas chivo, su problema es fácil de resolver a poco cuajo que tenga un presidente de gobierno. A quien debes mirar es al cuerpo social que piensa lo mismo y aún más radicalmente con populismos veganos, negacionismos cárnicos o profecías apocalípticas que hacen circular por el planeta con una asombrosa capacidad de convicción. Por eso a Garzón no le importará nada perder en el medio rural unos votos que ahí nunca tuvo; su filón está entre los urbanitas ecosostenibles, inclusivos y borrokos que aplauden a rabiar sus salidas de pata de banco. Y Sócrates pregunta: ¿Ese Garzón es de nombre Miramelindo?