Editorial | Efectos de una pandemia que sigue sin combatirse con un marco estable

El enfado de los empresarios leoneses por los retrasos en la tramitación del final de las bajas es comprensible. Es un nuevo episodio más que prueba la falta de diligencia con la que se está dando respuesta a la pandemia del covid en todos los frentes. Las administraciones tienen la obligación de estar atentas a la realidad de las calles y ser previsoras para mejorar en lo posible la situación que vive en el día a día la ciudadanía. A estas alturas, resulta impensable que nadie se haya dado cuenta que llevamos varias semanas de avisos permanentes desde todos los frentes sobre el bloqueo que existe en el sistema sanitario para la tramitación de la parte burocrática, en concreto para la activación y finalización de las bajas de los trabajadores. De nuevo, vuelve a repetirse además la desigualdad entre las autonomías, con algunas a remolque sin plantear las reformas de los procedimientos para frenar en lo posible los daños a las personas, a las empresas y en general al tejido económico y el bienestar social.

Complicar la productividad es frenar la actividad en el presente y lastrar de algún modo el futuro. Y en territorios como León no resulta la mejor fórmula para intentar superar la complicada crisis coyuntural que agrava la estructural de una provincia que sigue aguardando una transición para recomponer las cosas tras el final abrupto del carbón y la energía térmica.