Diario de León

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Que no es el frío. Que no. Que es la falta de amor lo que llena los bares, según quedó constancia en otra canción sublime de la Cabra Mecánica, en aquella época en la que la colonización autonómica no se había percatado de la libertad que tiene el ris que alisa el cutis para doblar la esquina y cruzar la calle, saltar los valles y brincar por las lomas, templar el río, pintar de blanco las praderas y echarse a dormir en los laureles, que es lo que mejor sabe hacer la helada negra; inocular el veneno frígido en enero para que el género exótico no llegue a despertar la próxima primavera. Da igual vegetales que animales. Hay un filtro natural que protege el hábitat de especies invasoras sin piezas suficientes en el engranaje de los tuétanos para responder a los extremos; el cárabo en san Antón o la chicharra por el Carmen. El resultado es el mismo para las entrañas de los impostores. Ahí están tiesos los injertos de royal gala, y otras manzanas orondas, la fruta que tentó a Adán y mordió Blancanieves, que iba a convertir el mediodía del cordal leonés en la Aosta del sur. El desamor llena los bares y el frío, las entrañas. Deberían saberlo de antemano estos que encargaron el informe para jugar al escondite territorial con la ubicación del termómetro. El frío va en el paquete del acoso, en ese abajo el patrimonio, abajo los recuerdos y la casa de la madre, abajo las mañanas de la patria que empezaron con el pulgar, un ris ras, y una huella en el hielo del cristal, que dejaba pasar la vida tal y como venía. Hay que ser atrevidos para creer que tragarían la pastilla roja sin reparar en la declaración de que León es tropical. Dijo Chesterton, ahora que Chesterton amenaza con abrir los telediarios, que el soldado no lucha porque odia lo que tiene delante, sino porque ama lo que tiene detrás. Otra vez el amor, y el frío que contuvo mientras no dejamos morir la esperanza tiroteada por las decepciones. Otro lema al gusto de esos partidos con ataques repentinos de debilidad por León. Se echa en falta una nota de prensa de la plaga de leonesismo que crece en tierra ruin, en fecha electoral, para denunciar la malversación con fines espurios. Atacan. Al frío y la memoria. Ya se sabe que cuando le pones el pie al cuello de un tigre no puedes quitarlo jamás.

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