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Guinea Ecuatorial es el único país africano en que se habla español.

Durante siglos (1777-1968) Guinea Ecuatorial fue una colonia española que consiguió la independencia el 12 de octubre de 1968. Fraga Iribarne transfirió entonces los poderes al nuevo Estado y a su primer presidente electo, Francisco Macías Nguema. Como todo acto tiene su anécdota, leonesa en este caso, a la hora de la firma tuvieron que echar mano de la pluma estilográfica de Martín Villa, que acompañaba al entonces Ministro de Información y Turismo, comisionado del Gobierno para la descolonización del país africano. Si esta es la realidad histórica de por qué se habla allí la lengua que une a tantos ciudadanos y países en el mundo, no lo es menos que la lengua vernácula de muchos guineanos es la fang, bubi, annobonés y otras lenguas bantúes, compartidas con la oficial. Entre las malas praxis de la presencia española en el territorio, el intento de prohibición de estas últimas, con modales poco atractivos en algunos casos. Los fang mostraron una dura resistencia a esta actitud.

Lo cierto es que la lengua oficial y vehicular es el español, la de mayor entidad por supuesto, oficialidad compartida por el francés y el portugués, especialmente en los dos últimos casos por razones de estrategia geográfica y económica. No se puede olvidar que el contexto del desarrollo está muy vinculado a la estrategia de la ubicación. Por eso la acusación a aquel gobierno de querer imponer al pueblo hablar francés, aunque solo fuera considerada segunda lengua, carece de fundamento. El aislamiento lingüístico, con la pertenencia, además, a la zona económica de África Central, en la que circula el franco CFA, la moneda usada por los miembros de esta comunidad económica y monetaria, tiene sus propias exigencias. Pero el empeño guineano consiguió que desde 2020 el español sea idioma de trabajo de la Unión Africana.

Para evitar más pérdidas (caso de Filipinas) por nuestra tendencia al olvido, incluso a la ignorancia de su existencia, es necesario un replanteamiento riguroso para evitar lamentaciones: es necesario un acercamiento lingüístico y cultural hispano-guineano, con la integración y el fortalecimiento —en este caso, estratégico— del conjunto o mundo hispánico. La cultura y la literatura guineanas –la profesora leonesa Natalia Álvarez nos ha acercado algunos aspectos y nombres de escritores- ofrecen muchas motivaciones para su cercanía y conocimiento. Merece la pena.