Diario de León

Antonio Casado

Las edades del PP en Castilla y León

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Reveladora transición estratégica del Partido Popular ante las elecciones del próximo domingo en Castilla y León. Ya ha pasado por tres edades. Primero fue la mayoría absoluta que daba por segura al tomar la inesperada decisión de disolver las Cortes y adelantar las elecciones autonómicas en connivencia con la dirección nacional de su partido.

Luego se impuso la expectativa de un gobierno en solitario y no se habló más de mayoría absoluta.

En ninguno de esos dos primeros escenarios, inspiradores sucesivos del discurso de campaña, aparecía el factor Vox. No debía aparecer porque era prescindible en la aritmética prevista por los cerebritos de Génova y, sobre todo, porque no convenía a los planes nacionales de Casado para la eventual conquista de la Moncloa.

Como consecuencia de la curva declinante del Partido Popular en los sondeos, que se correspondía en el tiempo con la imparable progresión de Vox (se supone que en un común caladero de votos), todo lo anterior se ha tenido que desmontar a toda prisa.

La consigna de Casado de no pactar con Vox en ninguna parte antes de las elecciones generales se perdió en la polvareda y dio paso a la tercera de las edades del Partido Popular.

Efectivamente, ahora estamos en un tercer estadio discursivo claramente orientado a sumar al menos cuarenta y un escaños con la ultraderecha (mayoría absoluta). A Vox ya no se le hacen ascos. La carga de la prueba se llama Isabel Díaz Ayuso, de la que Génova no se fía como aspirante al liderazgo del partido en la región de Madrid pero la utiliza para compensar los errores de sus jefes en CyL.

Justamente la perspectiva de un gobierno PP-Vox en esa comunidad, como hipótesis de vísperas, es movilizadora en sí misma del voto socialista. Así que no estoy seguro de que la presidenta madrileña, a cuya imagen y semejanza se encomendó Casado forzando el anticipo electoral en CyL, le haya hecho un favor a la causa con su recomendado acercamiento a la derecha regresiva de Santiago Abascal.

Todo lo demás es incertidumbre ante el recuento de la noche del domingo en Valladolid. Incertidumbre alimentada por los altos índices de indecisos y de perezosos en los caladeros clásicos del PP y del PSOE. Al alza solo cotizan claramente las marcas de Vox y la España vaciada (opciones electorales surgidas en las provincias abandonadas por los poderes públicos).

Sobre esos datos galopa el quinielismo de vísperas y los variopintos sondeos. Lo uno y lo otro crea estados de opinión y tendencias de voto. Nada es igual ya que cuando se convocaron las elecciones con pretextos mal traídos por el presidente, Fernández Mañueco, cuando los votantes del PSOE las daba por perdidas y el PP las creía granadas.

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