Objetos peligrosos
Milagros, talismanes, aguas portentosas, lágrimas de arcángel, telas tocadas al cuerpo del santo, estampas con indulgencias, imágenes auxiliadoras, taumaturgias de palo santo, medallitas protectoras, velas benditas y sin bendecir, escapularios, rosarios de oro y nácar, cruces de leña, crucecitas con rubí, llaveros rezadores, lamparitas, fetiches santos, virgencitas... interminable muestrario con que se sigue promoviendo la fe en los remedios celestiales y en la intercesión divina activada por una botellita con agua de Lourdes como si fuera un telemando o con una medalla de san Judas, tan milagrero o más que un repintado sampancracio de escayola llamando a dineros y perejiles. Estas cosas se venden desde muy antiguo, sobre todo si eran reliquias venerables (o no; puedes apostar a que los restos que aquí se veneran como de san Isidoro no lo son: y menos aún la mandíbula del Bautista que guarda esa basílica; ¿consentirían que la ciencia lo averigüe?). Y aunque Lutero chafó algo el negocio llevándose a media feligresía a otras creencias, se siguen vendiendo hoy como nunca toda suerte de objetos religiosos sin que se le vea temblor al negocio. Bien al contrario. Lo confirma una noticia de La Botiga , tienda alojada en el claustro de la catedral de Barcelona sin temor a que venga Jesús con el látigo expulsando del templo mercaderes y mercaderías, tienda que ha experimentado un insólito subidón de ventas en este tiempo tan infectado de miedos, pandemias, angustias y soledades, subidón merecido por haber apostado por el comercio online yendo a cantar y a predicar sus excelencias por las plazas de las redes y mercadillos de internet: ja, payas, que me lo quitan de las manos.
Las tiendas de efectos religiosos me raptan la curiosidad tanto como las ferreterías, también santuarios de lo metálico y el colmo de tienda colmada, galería de maravillas útiles y artilugios ingeniosos. Pero también llevaba razón la broma con que llamábamos los colegiales a la tienda de Objetos religiosos en el pórtico del santuario de la Virgen del Camino: Objetos peligrosos.