Condón sanitario
En los años 90, que es una referencia a la que se remiten mis hijos para vacilarme con que provengo del siglo XIX, hizo fortuna un anuncio que sólo tenía ocho palabras y una fotografía en primer plano. En la edad de oro de la publicidad no se necesitaba más. El reclamo mostraba la palma abierta de una mano y, en medio, un preservativo. «Aquí tienes dos soluciones para evitar el sida», se leía. Al talento le sobran los adornos, las redes sociales y los analfabetos funcionales que arrastran audiencias con exponer su vida privada a escarnio o, lo que es peor, con mostrarse como ejemplo de una juventud adocenada. Tres décadas después, vuelven las estrategias de concienciación frente a las enfermedades de transmisión sexual con una campaña que anuncia lluvia de condones en los bares de copas. La iniciativa la apadrinan la Cruz Roja y la federación de hosteleros, que en una genialidad táctica ha entendido que desparecen más clientes de la noche por convertirse en padres que por pillar unas venéreas, pero han decidido poner el foco en lo segundo para que no les acusen de remar en contra de la agenda contra la despoblación de la Junta.
La tormenta profiláctica coincide con el cortejo iniciado tras el resultado de las elecciones autonómicas. El PP quiere una relación para gobernar, pero sin compromiso, mientras Vox reclama un matrimonio como los de antes, con todos los sacramentos, la vicepresidencia, las consejerías donde se ejerce el poder y los bienes en régimen de gananciales, antes de que Mañueco pase por el altar de la embestidura como presidente de la Junta. La relación va bien, aunque los padres todavía no han dado su beneplácito. Las familias tradicionales tienen sus costumbres. Pero en mitad del idilio se han metido otros pretendientes. El PSOE ronea con la invitación a mirar para otro lado en la votación, si los populares se alejan de la pareja que ha surgido en mitad del baile con la danza de apareamiento de la mantis religiosa. Los socialistas saben bien lo que supone una relación tóxica y abierta, en la que acostarse un día con unos y otro día con otros, expuestos a todo tipo de contagios de las parejas anteriores. Hasta el ex de Cs, Francisco Igea, enreda, pese a tener menos posibilidades ya de retomar el noviazgo que el cámara en First Dates . La política se hace como el amor en los 90: en solitario o con protección. Condón sanitario, lo llaman ahora.