Editorial | El patrimonio abandonado requiere acción

El estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008 dejó tras de sí un reguero de inmuebles sin salida en manos de entidades bancarias, del Sareb o a cargo de herederos sin recursos que no muestran intención de hacerse cargo de ellos. La situación empeora gradualmente con el abandono de un patrimonio que en su día estuvo sobrevalorado y que actualmente puebla las periferias de las ciudades a la espera de que la ruina acabe definitivamente con sus posibilidades de rehabilitación. León es un ejemplo de esta circunstancia, con un sinfín de edificios sin catalogar, sin inspeccionar y sin revisar, que suponen un peligro público por insalubridad y por riesgo de caída de cascotes, mientras el entorno se degrada y los edificios aledaños pierden valor. Está claro que ni la actual normativa local ni la autonómica no son eficaces para atajar que siga avanzando este deterioro y se deberían buscar medidas a corto plazo.