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En noviembre de 1976, Macario Prieto Escanciano proyectó este edificio promovido por Fincoven S.L., pronto bautizado por la gente como «La Huevera», cuyas obras dirigió con José Vega Garrido como aparejador, en un solar de la Avda. Condesa de Sagasta c/v a la Plaza de Guzmán el Bueno y la Avda. de Roma, anteriormente ocupado por el memorable «Edificio del Cóndor» construido por Manuel de Cárdenas hacia 1914. Ideó el inmueble con tres sótanos, el segundo y tercero para aparcamientos y el primero para locales comerciales que también dispuso en planta baja, donde situó el acceso rodado lejos de un vistoso portal dotado de las típicas plantas, el oportuno relieve escultórico, la garita del portero, dos núcleos de escaleras y ascensores y otros cuartos de servicio.

Destinó una entreplanta para oficinas con entrada separada y otras ocho plantas, más dos áticos retranqueados, para 38 viviendas, cuatro por nivel, y en lo más alto una piscina climatizada con sus dependencias. Estructuró sus inmensos alzados a la calle en bandas para ventanas con carpintería de aluminio, doble acristalamiento de luna pulida y cortinilla veneciana en su interior junto a las pertinentes terrazas hoy parcialmente acristaladas. Y entre ellas, estrechos machones verticales y otras franjas opacas revestidas de extravagantes piezas prefabricadas de «fibra», cuya compleja traza geométrica potencia la voluntad expresiva de esta despampanante y arriesgada fachada que, en cierto modo, cambió la imagen de la ciudad… ¿Expresionismo? ¿Brutalismo de plástico?... La verdad, no encuentro palabras… Pero tampoco podemos ignorar su extraño e inesperado atractivo… ¡Inolvidable!