Secuelas poblacionales
Decía Oscar Wilde que el verdadero misterio del mundo es lo visible, no lo invisible. Viene esto a decir, más o menos, que no hace falta afanarse en buscar mucho ni tratar de encontrar respuestas a preguntas imposibles, sino que basta con abrir los ojos y mirar lo que nos rodea para darnos cuenta de que la clave de casi todo está más cerca de lo que pensamos.
Si ahora mismo hay un misterio en este mundo es la guerra en Ucrania. Resulta increíble y tremendamente triste que haya un conflicto bélico a estas alturas en un mundo que creemos moderno, civilizado y avanzado, aunque la realidad se empeñe en decirnos lo contrario. Que tengamos que sufrir a un mandatario que ha decidido que él tiene la razón y el otro no y que por eso esté dispuesto a matar —eso sí, dando ordenes desde un despacho, que la contienda cuerpo a cuerpo no es para él— resulta alarmante y descorazonador.
Ya lo decía Mafalda: «Si los cobardes que deciden las guerras tuvieran que ir a pelearlas, viviríamos todos en paz». Tiene que resultar fácil atacar a otro país desde la comodidad de un sofá o apretando un botón, más cuando sabes que no eres tú el que va a poner todo de su parte, sino el que juega con vidas ajenas que ni conoce ni le importan.
Y mientras el horror se sucede aquí al lado, el resto miramos con espanto las noticias que nos llegan desde Ucrania. Con los ojos como platos, comentándolo en grupos y dejando patente nuestro sentir con mensajes de solidaridad. No es suficiente porque eso no llega a quienes viven estos días un episodio que no para de recordarnos el lado más absurdo del ser humano. El ego le dice a Putin que puede figurar en los libros de historia y eso, para algunos, pesa más que cualquier otra cosa.
Nada existe para él. Ni siquiera debería existir Ucrania. Y el resto del mundo tampoco. Un afán el suyo imperialista y opresor que ojalá le lleve a donde tiene que estar, que desde luego no es al frente de ningún país. A Putin nadie le hizo un test de aptitud que determinase si tenía la capacidad necesaria para ser un líder mundial. Y no es la primera vez que nos pasa. Ojalá sea una lección para todos.