Diario de León

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Escapa de esa guerra, no mandes tu pluma al frente y escribe de cualquier cosa que nos rebaje esta angustia, no des la razón a Putin con tus miedos, me aconseja una voz amiga fatigada de tanta sinrazón callada en el campo de batalla y tanta razón ruidosa en retaguardias, pero le digo que no veo el modo de eludir las inconcebibles imágenes que siembran estragos y sangre en los medios, ni cada noticia dictada por los timbales que aporrean los jinetes de esta  Obertura de Apocalipsis  sobre sus caballos acorazados.

Pues entonces, me insiste, lee  El arte de la guerra de Sun Tzu  que desde el s. V a.d.C. ha maravillado a todo el mundo amén de a chinos (hasta el propio Mao lo plagió), influyendo también en el pensamiento militar oriental y occidental o en las tácticas de negocios y en la estrategia legal, entre otros campos. Para el general americano  Stormin’ Norman  Schwarzkopf fue un libro de cabecera, como antes lo fue para Napoleón o el general McArthur en la II Guerra Mundial, y es libro de texto en West Point desde lo de Vietnam, pues los vietcong sí que lo leían y así le zurraron la badana al yanki; Colin Powell, jefe del Estado Mayor americano también lo hizo guión en soldados y políticos. Y hace veinte años se puso muy de moda entre ejecutivos y corporaciones, pues la del dinero no es una guerra muy distinta. Pero son casi nadie los que se guiaron por estas enseñanzas y alcanzaron la esencia del sabio Sun Tzu:  Lo supremo en el arte de la guerra consiste en someter al enemigo sin darle batalla . Y por si quería ir royendo artes me sopló el amigo otras verdades de Tzu:  Conoce a tu enemigo y conócete a ti mismo y podrás librar mil batallas sin desastre  (¿conocemos a los rusos?)...  Los que no son totalmente conscientes de las desventajas de servirse de las armas no pueden ser totalmente conscientes de las ventajas de utilizarlas ...  El arte de la guerra se basa en el engaño ... Putin leyó sin duda este libro del arte de ahostiar; malo, temblad; a estas alturas seguro que ya se cree todo un artista; y de ahí al delirio de un Nerón sólo hay un pelo o el pedo de un brigada asustadizo.

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