Editorial | El pulso de un transporte dividido
El sector del transporte mide desde hoy de nuevo sus fuerzas para paralizar la actividad económica, y sobre todo el suministro en los establecimientos más sensibles para los ciudadanos. Lo hace dividido: en esta ocasión son los pequeños transportistas y autónomos los que lanzan el órdago al Gobierno, asfixiados por el sobrecoste de un combustible de precios disparados. Sin embargo esta vez un sector básico para la marcha de la economía afronta la dificultad dividido. Las grandes patronales del transporte, que gestionan los principales movimientos logísticos, no secundan la protesta. Se acogen al acuerdo alcanzado a finales del año pasado con el Gobierno, aún pendiente de tomar forma definitiva. En todo caso, la parálisis de al menos parte de la actividad de transporte puede acrecentar la sensación de desabastecimiento que parece estar instalándose, hasta ahora sin fundamento real, en parte de la población. La situación crítica que afrontan los profesionales es comprensible, aunque quizá no es momento de incrementar la alarma entre los ciudadanos.