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La pregunta en estos días no es sobre qué escribir sino cómo hacerlo sin llorar. Pero como dijo Gandalf, «no todas las lágrimas son malas». Veo en un informativo a una niña ucraniana que da saltitos de alegría a recibir un oso de peluche, y mis ojos se humedecen… o mejor, luchan porque no se les note demasiado. También lo hicieron cuando días antes leí a Margarita Morais abogar por «la amabilidad», en la presentación del concierto por Ucrania que la Fundación Eutherpe ha organizado para próximo lunes, en el Auditorio, a las 20 horas. Las piezas de Verdi, Puccini, Tosti y Raschmaninov serán interpretadas por rusos y por ucranianos. En esta guerra el único que odia es Putin y su coro. El mal puede ser poderoso, pero nunca es amable. Quizá no esté en nuestra mano detener la destrucción física de Ucrania, pero podemos sentirnos empáticos con el otro como prójimo. Seamos amables también en nuestras vidas, en nuestras calles. También nuestro modelo de humanismo está en peligro. ¿Por qué nos cuesta tanto ser como verdaderamente somos detrás de nuestras máscaras? Ah, si nos atreviéramos a darnos tanto con la intensidad que el corazón nos pide darnos. La recaudación íntegra del concierto será remitida a Ucrania, a través de Cáritas. Vayan o donen. Colaboran Ayuntamiento de León, Fundos y Transleyca, entre otros. Una pequeña aportación puede lograr mucho. Y una amable sonrisa amiga es un tesoro.

Marco Romero, en uno de los videos de Diario de León sobre el convoy de ayuda humanitaria que nuestra tierra manda a Ucrania, señala que abundan las imágenes religiosas a lo largo del trayecto. Es comprensible, a veces rezas incluso las oraciones que creías haber olvidado. A veces, rezas sin saber que estás rezando. Y cómo dijo Morais, «la música multiplica los sentimientos positivos para acercar lo distante, perdonar y abrir las puertas de la amabilidad». Abrámoslas de par en par,

Al final del concierto, será interpretado el himno de Ucrania, que sonará como proclamación universal. Será como ganar una batalla sin derramar sangre. Un misterioso himno de la alegría. Y sí, no todas las lágrimas son malas. Llorar nos dignifica la mirada, la exterior y la interior. Dejemos que el corazón nos rompa llorar.