Diario de León

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Conmemoramos este viernes el fallecimiento del autor del Quijote. Y voy a recomendarles un libro sobre él: Sales cervantinas. Cervantes y lo jocoserio (Ficticia, 2018). Lo acabo de terminar y me ha gustado mucho. Ahora bien, no crece en las ramas de los árboles, como ocurría en la Edad de Oro. Les llevará su tiempo conseguirlo, pero la dificultad forma parte de la prueba. Fue editado en México, aunque lo hayan escrito dos españoles: Fernando Romo e Isabel Lozano-Renieblas. Mi ejemplar me lo trajo de USA la poeta Margarita Merino. A ella se lo mandaron a Tennessee desde una librería de California, pero antes el ensayo hizo un largo vagabundeo a través del país, como en la canción de Woody Guthrie. Cuando no deambulaba por los Apalaches, ay, se le había visto por New Orleans. Y uno con el corazón en un puño, pues, en efecto, es obra difícil de conseguir en España. Ambos cervantistas han acuñado el término «jocoserio», para referirse al hasta entonces inexplorado territorio al que nuestro Miguel llevó la comicidad, liberándola del escarnio y de la mofa. Lo suyo era y es distinto. Al efecto de lo jocoserio sobre el lector este juglar de columnas lo llama «sonrilágrima». La obra del alcalaíno —escriben— representa la superación de «la risa de la superioridad». Para ellos, el dialogar entre don Quijote y Sancho terminó siendo « lo que seguramente Cervantes hubiese designado alegría». Qué hallazgo tan bello, en un texto repleto de ellos: alegría..., casi hemos olvidado su sabor. Viva México y la Universidad Veracruzana que lo editó, en una colección dedicada con seriedad a la risa.

Ahora, ya el ejemplar en mi biblioteca, me gusta que haya dado tantas vueltas, pese al riesgo de quedarse en Monument Valley o por Milwaukee. Más estuvo vagando Ulises.

En su día grande, ¿qué le regalas a un escritor inmortal que no fuma, ya no necesita llavero y nunca se cambia de gola? «Al Príncipe de los Ingenios ha de alegrarle ese libro que a usted le ha gustado tanto….», me sugerirá el desocupado lector. Vale, si el viernes le tengo delante, presente siempre lo está, le entregaré mi ejemplar de Sales Cervantinas . Pero con advertencia: «Sin prisa, don Miguel, pero con vuelta». Este mío ya ha dado bastantes.

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